Casi todas las noches, hace ya varios años, improviso un cuento para contarle a mis hijos antes de dormir. Los cuento con la luz tenue, en voz baja, susurrada. Algunos días salen cuentos muy buenos y pienso: más tarde me levanto y lo escribo para no olvidarlo... y lo olvido. Este es mi intento de recopilarlos; los largos, los cortos, los tontos, los buenos, los graciosos, en fin; los cuentos de cada noche.
sábado, 19 de julio de 2014
Un oso y un cocodrilo
Un cocodrilo descansaba muy tranquilo y relajado a la orilla de un lago.
Sintió algo muy cerca y al abrir los ojos vio que muy cerca de su cara estaba la cara de un oso.
El cocodrilo no podía creer que un oso se atreviera a acercarse de esa manera a él.
El oso le contó que toda la familia de osos estaba incomunicada a causa de un gran tronco de un árbol caído, habían tratado de moverlo pero fue imposible.
Necesitaban ayuda de algunos cocodrilos para mordisquear con sus dientes afilados y sus grandes mandíbulas, para empujar con su fuerza el enorme tronco.
El cocodrilo seguía sin entender la extraña petición del oso.
El oso le explicó que aunque no fueran de la misma especie, y ni siquiera fueran amigos, todos vivían por allí prácticamente en el mismo lugar, eran vecinos y como tal podían velar por el bienestar de todos.
También el oso ofreció pagarle con miel, pues tenía unas amigas abejas muy buenas que podían regalarle miel o con una canasta llena de frutas pues los osos son excelentes recolectores de frutas o con un lindo cuento porque ese oso era un gran contador de cuentos.
El cocodrilo dijo que lo de las frutas sonaba bien.
Y fueron varios cocodrilos a ayudar a los osos.
Empujaron, mordisquearon, halaron, jamaquearon el tronco caído de lado a lado, entre osos y cocodrilos, (algunos pajaritos trataron de ayudar pero la verdad es que no adelantaban mucho) hasta que lograron sacarlo del medio.
Fue una tarea difícil, que solo se pudo lograr por la unión entre osos y cocodrilos, por el trabajo en equipo.
Los osos quedaron felices con el acceso libre y los cocodrilos quedaron contentos por haber ayudado.
Al otro día el Oso le llevó un canasto lleno de frutas al Cocodrilo como pago por su trabajo.
Y de ahí en adelante los osos y los cocodrilos siempre se saludaban al encontrarse.
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