sábado, 19 de julio de 2014

Salomón

Había una vez un niño que se llamaba Omón
estaba sentado en la plaza observando la fuente de agua
que tenía un chorrito que subía y bajaba, subía y bajaba...
Estaba pensando que si tuviera una moneda, podría lanzarla a la fuente para pedir un deseo.
Metió su mano al bolsillo y síiii tenía una moneda!
Así que se puso de pie, caminó hasta la fuente, cerró los ojos y...
lo interrumpió su amigo Pedrito que venía corriendo y gritando sal Omón saaaal Omón.
Al llegar hasta él, lo tomó por los hombros, lo miró a los ojos y le dijo: sal Omón.
y ambos corrieron lejos de allí.
Corrieron lo suficiente para mantenerse a salvo pero se quedaron en un lugar desde donde pudieron ver cómo un enorme dragón corría arrasando con edificios y calles, a paso feroz atravesó la plaza destruyendo la fuente en un santiamén.
Pedrito le salvó la vida a Omón.
El dragón se fue y no volvió.
Era la primera vez que un dragón se aparecía por allí.
Los habitantes de la ciudad tardaron muchos días en arreglar todo lo dañado y siempre temían que el dragón regresara.
Pero nunca más se supo de él.
Pedrito y Omón fueron amigos por siempre, hasta viejitos y siempre siempre recordaban la historia de saaal Ooomónnnn  sal omón Salomón.



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