Había una vez una hoja que bailaba con el viento
y cuando no había viento igual bailaba.
Bailaba con la lluvia,
con las mariposas,
con otras hojas,
con las abejas,
con los gusanos,
con los mosquitos,
con los rayos del sol, (sí, eso se puede)
con el sonido de las olas del mar,
con las risas de los niños,
los cánticos de los pájaros,
las mariquitas,
las arañas, las grandes, las medianas y las chicas, las de patas largas, las de patas gordas, con todas.
Amaba bailar con el sonido del tambor de alguien que practicaba todos los lunes
y con el violín de quien practicaba los martes.
Bailaba en las mañanas y en las tardes y en las noches.
Bailaba,
siempre bailaba,
todo lo bailaba.
De todas partes llegaban curiosos para verla bailar, para preguntarle por qué lo hacía.
Y la hojita, les miraba sonriente mientras bailaba y bailaba y bailaba.
y colorín coloró, este cuento se acabó.
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